EE.UU.- ( AGENCIALAVOZ.ORG )El capellán del Congreso, Daniel Coughlin, invocó "el espíritu de Dios para renovar la esperanza en la nación", y los republicanos se dieron automáticamente por aludidos. La plegaria y el juramento dejaron paso a las proclamas políticas de la nueva mayoría conservadora, que ha prometido cambiar Washington en 20 días.

"Al nuevo Congreso le espera un trabajo duro y decisiones duras", ha anticipado el nuevo presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, en la puesta de largo los republicanos. "No podemos defraudar. Y no podemos seguir dando patadas a una lata en mitad de la carretera... El pueblo quiere que cambiemos las formas de hacer las cosas, y hoy empezamos a aplicar sus instrucciones".

"El gasto público se ha disparado y nuestra deuda eclipsará pronto el tamaño de toda nuestra economía", agregó Boehner, en el momento de dibujar el cuadro agorero que 'heredan' los congresistas republicanos. "Nos reunimos hoy en un tiempo de grandes retos. Uno de cada diez vecinos nuestros está buscando trabajo. Y los costes sanitarios para las familias y las empresas no paran de subir".

Los republicanos aspiran a aplicar sin piedad su rodillo en la Cámara Baja (242 congresistas frente a 193 demócratas) y han convocado ya una votación para el 12 de enero con el objetivo de 'rechazar' la reforma sanitaria aprobada hace apenas diez meses y firmada por Barack Obama.

Los conservadores -espoleados por la nueva 'camada' del Tea Party- pretenden dar también un 'hachazo' de 100.000 millones de dólares al gasto público, en capítulos tan acuciantes como la Educación o el Transporte (aunque dejando intacto el estratosférico presupuesto militar).

El cierre de Guantánamo
Otra de las medidas urgentes será un anexo al presupuesto que pretende delimitar la capacidad de acción del presidente Obama para poder cerrar la prisión de Guantánamo y celebrar juicios civiles o militares contra los 174 presos en suelo norteamericano.

El congresista Darrell Issa, al frente de la Comisión de Supervisión y Reforma del Gobierno, ha prometido abrir al menos media docena de investigaciones y llamar a capilla a la plana mayor de 'la corrupta Administración Obama', empezando por el titular de Justicia Eric Holder.

Obama, que logró capear el temporal republicano antes de fin de año, se enfrenta al renovado vendaval de los conservadores con una carta bajo la manga: La pírrica mayoría que aún conserva en el Senado (51 escaños para los demócratas, dos independientes y 47 republicanos).

El presidente ha abierto además una línea de diálogo con la facción moderada de los republicanos en el Cámara Alta, vital para la ratificación tratado START para el control de las armas estratégicas con Rusia y para acabar con la ley que permitía la discriminación de los gays en el ejército.

A pesar de los nuevos aires conservadores que desde hoy arrecian en Washington, Obama ha recuperado tracción en vísperas de su segundo aniversario. El presidente ha vuelto a la línea de flotación del 50% de popularidad en el último sondeo de Gallup, frente al 40% de Bill Clinton o el 43% de Ronald Reagan en los dos primeros años de su mandato.